Parece ser que Ernst & Young auditó a la SGAE entre 2003 y 2005, BDO entre 2006 y 2008 y a KPMG entre 2009 y 2010. También según Expansión.com el informe de auditoría de todos estos años fue limpio, esto es sin salvedad alguna.
En la misma fuente, se puede leer que el auto que el juezPablo Ruz ha abierto contra los diligentes de la SGAE se centra en los presuntosdelitos cometidos entre 2003 y 2007.
Hay que recordar que la misión de la auditoria no es buscar fraudes, sino verificar si las cuentas anuales reflejan la imagen fiel de la entidad y si se han confeccionado según las normas contables apropiadas.
Solamente según las fuentes anteriores se destaca que “los Auditores independientes a la entidad han analizado la información que hace pública la SGAE y constatan que, aunque las cifras ofrecen un aspecto coherente sobre los cerca de 60 millones de euros que gestionó la entidad en 2010 de lo que recaudó por copia privada “para fines asistenciales y culturales”, el balance muestra, a juicio de estas fuentes, unos picos de tesorería elevados en la inversión de activos financieros”.
Pero, esto no tiene porque ser irregular. Recuerdo unas declaraciones hace algunos años del entonces presidente de Deloitte, en el que afirmaba que “El auditor no es un policía con pistola que detecta fraudes”. La frase es contundente, nos indica que no es el objetivo de la auditoria detectar fraudes, pero sin embargo, si estos fraudes son muy importantes, ¿la auditoria debería sacarlos a la luz?.
Yo me pregunto, ¿deberíamos exigir a la auditoria que detecte los fraudes significativos en las empresas?, ¿se debería reformular la función de la auditoria, y exigirle un poco más?
Está claro que el informe de auditoría se centra en la contabilidad, pero ¿una contabilidad fraudulenta debería ser destapada por la auditoria?.
Todo estas, preguntas que me hago, es con total independencia del tema de la contabilidad de la SGAE, que mientras no se demuestre lo contario, la presunción de inocencia nos hace pensar que los diligentes de la SGAE imputados, en principio, son inocentes de los cargos que se les acusa, de tal modo que la contabilidad de la SGAE no tiene porque ser fraudulenta, de tal modo que los informes de auditoría avalan que cumplen con todos los criterios y requisitos contables para proporcionar una imagen adecuada de la realidad económica de la entidad.
Tendremos que dejar trabajar a los jueces, pero mi pregunta es, ¿en el hipotético caso de que finalmente se demostrase en los juzgados que los diligentes de la SGAE son culpables, qué papel le queda a la auditoria en todo esto?.
Finalmente, comentar que parece ser que la Memoria no se hace pública, y aquí podrían haber datos importanes sobre su gestión, pero en cualquier caso este estado también es auditado.Un saludo cordial para todos los amables lectores.
Gregorio Labatut Serer
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