El caso Gowex parece ser que ha sido la gota que ha colmado
el vaso. Últimamente se han producido varios casos que han puesto a la
auditoría de cuentas en entredicho, pero el caso Gowex ha sido demasiado escandaloso.
Un señor auditor de cuentas, que fue inhabilitado por el Instituto
de Contabilidad y Auditoría de Cuentas ICAC y que posteriormente la Audiencia Nacional
lo redujo a una simple sanción, y por lo tanto se le permite seguir auditando, que certificó durante casi 10 años la validez de
unas cuentas que reflejaban el colosal crecimiento de Gowex en plena crisis
económica: entre 2011 y 2013 multiplicó por tres las ventas y por cinco los beneficio;
que durante esos años parece que cobró sus servicios a Gowex sin declarar ni un
solo ingreso a la Hacienda Pública, que era sospechoso de cobrar unas tarifas
muy bajas y trabajar con medios claramente deficientes, etc, etc.
Eso no es normal, aquí se
han producido un cumulo que acontecimientos que ha terminado con este
monumental escándalo.
Pero eso, no es motivo
para que toda una profesión que durante muchos años realiza su función con
ética y profesionalidad se vea desprestigiada. Hay muchos auditores de cuentas que trabajan
día a día de forma sería y con mucho rigor. Según el ICAC en España hay más de
1.200 auditores y 1.300 firmas de auditoría, que dan empleo total a más de
30.000 personas. El caso de Gowex es una fruta podrida entre millares de frutas
sanas. No se puede tirar por la borda todos los avances que la profesión de la auditoría
ha logrado en España, tan solo por su actuación bochornosa.